• El Área de Mantenimiento de Equipos de Cómputo destina una semana, al finalizar cada semestre, para habilitar alguna de las salas de cómputo durante 7 días las 24 horas, con el fin de que los estudiantes hagan uso de estas para sus trabajos finales.
• Algunos de los auxiliares de esta unidad, adscrita al Centro de Informática, extienden su horario laboral para facilitar los logros académicos a los alumnos que, en medio de los afanes, convierten este lugar en un espacio para integrarse y compartir.
Lo que se oye es el sonido de varios teclados. Hace coro con los clics de los mouses y se mezcla con los murmullos de algunos de los presentes en la sala. Hay, de vez en cuando, algunas risas al fondo. Pero, si el oído va más allá, alcanza a escuchar el ruido de la calle, de uno que otro vehículo, de fábricas que hacen su jornada nocturna y hasta del viento.
La sala de cómputo del cuarto piso del Edificio de Ingenierías de EAFIT es el lugar donde, este semestre, pasan el día y la noche algunos de los alumnos que realizan sus trabajos finales de clase y que aprovechan la jornada 7/24, un servicio que ofrece el Centro de Informática, a través del Área de Mantenimiento de Equipos de Cómputo, que consiste en tener abierta esta sala por siete días, las 24 horas.
Allí, los auxiliares Mónica Alejandra Úsuga Ruiz, Jeniffer María Palacio Sandoval, Wilder Andrés Álvarez Gutiérrez, Yensi Maryori Trujillo Estrada, Johan Alexander Arango Vera y otros de sus compañeros pasan horas, no solo ofrecen soporte técnico a los estudiantes que utilizan los cerca de 130 equipos que hay instalados, sino que los acompañan en su rutina de cada final de semestre y hacen más llevaderos sus afanes académicos.
“Contamos, por lo general, con dos horarios en los que se presta soporte hasta las 9:00 de la noche, pero durante esta jornada, que se programa siempre para finales de semestre, se extiende el horario de las salas de cómputo para prestar el servicio las 24 horas”, comenta Nelson de Jesús Barrera Cadavid, coordinador del Área de Mantenimiento de Equipos de Cómputo.
Y para cubrir estos turnos Nelson no tiene que pedir el favor a sus colaboradores, ni pensar cómo organizar la agenda, ni sacar cuentas para cuadrar los horarios. Ellos, dice, son quienes se ofrecen para colaborar, están dispuestos a trabajar en horarios de 12 horas o en cualquiera de los turnos del fin de semana.
“Somos 25 personas en el área y 15 de ellas están encargadas del soporte en las salas. No he tenido que asignar un horario durante estas jornadas, siempre hay disposición para apoyar al estudiante. Son personas muy comprometidas”, señala Nelson.
Durante los siete días, que este segundo semestre de 2012 comenzaron el martes 13 de noviembre e irán hasta el lunes 19, se realizan dos turnos en semana (de 6:00 a.m. a 6:00 p.m. y de 6:00 p.m. a 6:00 a.m.); y tres el fin de semana (de 6:00 a.m. a 2:00 p.m., de 2:00 p.m. a 10:00 p.m. y de 10:00 p.m. a 6:00 p.m.).
En promedio, en el transcurso de las 24 horas, pasan por este lugar más de 200 alumnos de diferentes carreras.
Aunque hay más salas de cómputo en el campus, la actividad se centraliza en el bloque 19, no solo para integrar el servicio, sino por asuntos de seguridad de quienes habitan (sobre todo en la noche) este espacio. “El apoyo del Área de Seguridad es vital, ellos cuidan la entrada y la salida de los alumnos, y están pendientes de que nada pase”, expresa Nelson.
Las historias
Mariana, una de las alumnas que decidió quedarse porque no tiene en su casa el software de diseño que necesita para modelar unos planos, pregunta a Jeniffer, la encargada en semana del turno de la noche, si puede utilizar uno de los televisores para ver su trabajo.
La diligencia se hace, se envían unos correos, se hace la reserva y se dan las instrucciones del caso para el uso del equipo. “Es la cuarta vez que participo en estas jornadas y siempre pido hacer este turno. Es agotador, pero es una experiencia muy bonita porque uno se integra más con los estudiantes, comparte con ellos y siente que les ayuda más”, dice Jeniffer, que se vinculó a la Universidad como practicante en 2009.
Ella ve a muchos estudiantes sufriendo casi toda la noche. Desde su oficina, mientras no está con un alumno, observa cómo trabajan, cómo se concentran en su labor. Algunos se paran para comer algo del dispensador de alimentos que, pasadas las 10:00 de la noche, está semivacío.
“Otros alumnos hacen una pausa para dormir en alguno de los sofás que hay en la sala, porque por eso se escogió este sitio del campus, porque tenía esa facilidad para ellos”, cuenta Johan, que en su horario habitual le da soporte a las aulas que reserva Admisiones y quien para la jornada 7/24 debe hacer uno de los turnos del sábado 17 de noviembre.
A veces, cuando ya no hay nada para comer y la hora de salida está lejos, se pide un domicilio. “Se van en grupo hasta la oficina para pedir el teléfono prestado, yo les colaboro con esto y como hacemos amistad hasta les doy unos bonos de descuento, porque entre ellos hacen ‘vaca’ para comprar comida”, afirma Wilder, quien empezó en EAFIT en 2010 y se encarga del aula móvil y del préstamo de portátiles a estudiantes.
Y es que a altas de la noche ya no importa si se es de Comunicación Social y el que se sentó al lado es de Ingeniería Mecánica, lo que importa es que se comparte la misma jornada, el mismo propósito de terminar, la misma meta de sacar el proyecto adelante y hasta el mismo cansancio.
“Nosotros los ubicamos en el computador que se acomoda a sus necesidades, vacunamos los equipos y hasta nos involucramos en los temas de sus trabajos”, apunta Mónica Alejandra, quien desde 2007 está vinculada a EAFIT y por segunda vez colabora con esta jornada.
Un tinto a mitad de la noche, una conversación con el auxiliar sobre el trabajo final y hasta un ‘tirito’ de un juego en Xbox llegan en el momento indicado.
Según Yensi, otra auxiliar que lleva dos años en la Institución y que además se encarga de las reservas de las salas de informática y del licenciamiento de software, muchos estudiantes, si ya terminaron su trabajo en la madrugada, prefieren esperar que inicie el servicio de transporte.
“Entonces no quieren salir y la mejor opción es quedarse jugando un poco mientras amanece y nosotros les conectamos el Xbox”.
Mientras esto ocurre, siguen activos algunos sonidos de teclados. En ocasiones suena de lejos el llamado del ascensor. Después de un momento, al notar que la puerta de este no se abre, algunos cruzan miradas para constatar que efectivamente lo escucharon, pero que nadie se bajó y… bueno, como dice Wilder, quizá era alguien que iba para otro piso.
“Por la noche no espantan, yo he recorrido el Edificio y no es verdad, nunca hemos visto nada raro”, asegura Johan, que ha recorrido en el ejercicio de su labor la Universidad desde 2007 y quien ahora como estudiante de primer semestre de Ingeniería de Sistemas da fe de que contar con estas aulas las 24 horas es un servicio excelente.
Y sí. Cada semestre hay más alumnos interesados en esta semana intensa y en este servicio que no les deja excusas para no entregar los trabajos finales.